SHARRYLAND
¿Dónde está?
Qué es y dónde está
En lo alto del pueblo de Paganico Sabino, un poco más abajo que la fortaleza, y en la carretera que lleva hacia el valle de Obito, hay una pequeña iglesia de fachada sobria, que vigila el pueblo y a sus habitantes desde tiempos inmemoriales. Antes del año 2000, se encontraba en estado de abandono, su tejado hundido, sus frescos del siglo XVI expuestos a la intemperie. Ahora, tras una importante restauración, ha vuelto a la vida.
Por qué es especial
La pared derecha ha guardado un secreto durante siglos. Y quién sabe cómo se sorprendieron los restauradores cuando, bajo una capa de yeso, surgieron cielos azules, seguidos de querubines alados, figuras de santos, Madonnas con el Niño Jesús... Donde antes sólo había una gran Crucifixión, surgieron ciclos pictóricos que cubrían una superficie de nada menos que 60 metros cuadrados. Estos frescos -que datan de 1590 y se atribuyen a un pintor anónimo conocido como el "Maestro de Paganico"- son, en su sencillez, el precioso testimonio de un arte popular portador de un profundo y sincero sentido religioso.
Para no perderse
La Crucifixión se ha salvado de la intemperie gracias al nicho arqueado que la alberga. La escena representa a Jesús crucificado entre María y Juan, con pequeñas figuras de ángeles que recogen en un cáliz la sangre que brota de las manos y del costado del Salvador. A los pies de la cruz está abrazada Magdalena, con una larga melena rubia suelta. El fresco termina en la parte inferior con una banda de racimos sobre fondo blanco.
Un poco de historia
Los primeros vestigios escritos datan de 1398. Hoy en día, la lectura de las superficies murales permite reconstruir la historia y la evolución de esta iglesia, cuyo trazado es hoy muy diferente del que tenía originalmente. La restauración, financiada en el marco de un proyecto europeo denominado "Albergo Diffuso", finalizó en 2001: fue durante la ejecución de las obras cuando salieron a la luz los frescos.
Curiosidades
Las obras de restauración revelaron otros secretos, como por ejemplo la celda rupestre original del complejo, descubierta en la sala de la sacristía, y otros frescos, entre ellos una dulce Virgen de la Consolación con su pequeño y regordete Niño, ambos con las mejillas sonrosadas y la mirada franca de los lugareños. Las pinceladas recorren rápidamente el fondo y los ropajes, pero se detienen para trazar una delicada cenefa de encaje que enmarca el rostro de María.
Virgen de la Consolación con el Niño (1590)
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