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¿Dónde está?
Qué es y dónde está
Cuando pensamos en Roma, una de las primeras imágenes que recupera nuestra mente es la del Coliseo. Fascinante, pero a menudo demasiado concurrido. Lo que no todo el mundo sabe es que, a tiro de piedra del principal yacimiento arqueológico de Roma, se abre un espacio verde único: la naturaleza refresca al visitante y le guía lentamente por las avenidas del parque. A lo largo de este camino se topará con numerosas ruinas romanas que dejan boquiabierto a quien las observa.
Por qué es especial
Villa Celimontana es una de las exquisitas creaciones renacentistas, cuando no se llamaba Celimontana sino Mattei, por la familia que la construyó. Pasada de mano en mano, la villa sigue siendo un tesoro de maravillas e historias, y conserva igualmente un importante papel cultural, ya que es sede de la Sociedad Geográfica Italiana.
No se lo pierda
Entre los objetos antiguos, la villa alberga desde tiempos remotos un obelisco egipcio de Ramsés II, que se encontraba en el templo de Isis, principal centro de la comunidad egipcia en la antigua Roma y que hoy corresponde a los alrededores de Santa Maria sopra Minerva. Cuenta la leyenda que el globo de la cima guarda las cenizas del emperador Augusto. Durante mucho tiempo, el pozo se utilizó como escalón para acceder a la basílica del Ara Coeli, por lo que sólo se conserva una parte.
Un poco de historia
La Villa Celimontana debe su nombre a la zona donde se construyó, el Caelian. Aquí se erigieron muchos edificios importantes desde la antigüedad. La villa data de las últimas décadas del siglo XVI. Entre las obras escultóricas, avenidas y fuentes, aún destaca el pequeño palacio construido por Giacomo Del Duca, alumno de Miguel Ángel. Los numerosos cambios de propiedad y restauraciones no permiten reconstruir por completo su aspecto original. La villa fue confiscada a su último propietario, el barón alemán Richard Hoffman, tras la Primera Guerra Mundial, por ser propiedad enemiga en suelo italiano, y fue entregada en concesión a la Sociedad Geográfica Italiana.
Curiosidades
Desde la segunda mitad del siglo XVI, la villa se abría excepcionalmente al público con motivo de la peregrinación a las Siete Iglesias, instituida por San Felipe Neri. Aquí los fieles recibían una hogaza de pan con salami y podían descansar antes de reemprender la marcha. Durante estos acontecimientos, la villa podía acoger a más de 3000 personas.
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