Scilla, un pueblo encantador entre la historia y el mito
Lugar legendario relatado por los escritores clásicos y los viajeros del Grand Tour, famoso por su tradición del pez espada, y hoy estación balnearia.
¿Dónde está?
¿Qué es Scilla y dónde está?
Scilla es una ciudad de remota fundación situada en el promontorio que sobresale de la costa calabresa a la entrada del estrecho de Mesina. Cuenta con el castillo de Ruffo en el centro y dos pintorescos barrios costeros, Chianalea al este y Marina Grande al oeste. En la cresta, la Chiesa matrice dell'Annunziata , y luego el barrio alto de San Giorgio, orientado hacia el interior, hacia Aspromonte. Scilla debe su fortuna comercial secular a su posición, pero también su triste reputación de lugar fatal para los antiguos navegantes cogidos desprevenidos por las corrientes del Estrecho. "Y mientras tanto, Escila me arrebató del fondo de la nave a seis compañeros, que eran los mejores por la fuerza de las armas", así relata Ulises en el capítulo 12 de la Odisea.
Escila y las Metamorfosis de Ovidio
Es Ovidio, en sus Metamorfosis, quien hace un relato mitológico de Escila. Escila es una bella ninfa marina que se ve envuelta en una de esas rabietas típicas de los dioses griegos. Glauco, un dios marino al que ella rechaza, acude a la hechicera Circe en busca de satisfacción por la ofensa. Y a la hechicera, celosa de Glauco, se le ocurre transformar a la pobre muchacha en un monstruo mitad mujer, mitad pez, con seis voraces cabezas de perro como apéndices; y así acaba desterrada al fondo de una cueva, condenada a depredar a los desafortunados transeúntes. Una transformación desgarradora, plasmada eficazmente en el bronce de una escultura contemporánea que la ciudad ha colocado en el mirador de San Rocco.
Escila, el Grand Tour y un encanto irresistible
El mito de Scilla está también en el origen de la fortuna turística de la ciudad desde los tiempos del Grand Tour, cuando se cruzaban los Alpes para visitar el Bel Paese, con Roma, la Ciudad Eterna, como destino. Sólo los más emprendedores, de Goethe a Dumas, prolongaban el viaje hasta Sicilia. Entre los destinos ineludibles, aunque sólo fuera como lugar de paso, se encontraba Escila, precisamente por estar indisolublemente ligada a la figura popular de Ulises. Testigo de ello fue, entre los siglos XVIII y XIX, una zstrong>variada producción vedutistica de impronta romántica. Pero el encanto del lugar hechizó también a un artista mucho más cercano, el holandés Maurits Hescher, que en 1931 retrató Chianalea y Marina Grande con un trazo que prefiguraba el estilo hipnótico de sus obras más famosas.
No hay que perderse: el pez espada, especialidad gastronómica y tradición local
En tiempos más recientes, la admiración ha prevalecido sobre el mito por otro aspecto de la historia de Scilla, la pesca del pez espada, una realidad única, como única es la naturaleza del estrecho donde se practica. De hecho, desde la primavera hasta el otoño, cuando este formidable pez pelágico cruza estas aguas, lasveloces embarcaciones de los pescadores de Scilla, que antaño sólo utilizaban sus brazos, se lanzan al mar, enzarzándose en una épica lucha con arpones que ha inspirado a poetas y narradores. El testimonio más interesante, sin embargo, es el del cineasta Vittorio De Seta, que en 1954 fijó los rituales de gestos y palabras de una pesca que hoy, aunque fiel a la tradición en lo esencial, ha perdido su pulimento más antiguo. Como consuelo, lo que aquellos pescadores nunca hubieran podido imaginar: la gesta gastronómica que ha convertido al pez espada en embajador de Scilla en el mundo.
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