La carretera de Serre Calabre - Cardinale
El pintoresco puente arqueado sobre el Ancinale es la tarjeta de visita de un pueblo que tiene mucho que contar
¿Dónde está?
Este municipio está situado a lo largo de la carretera de Serre Calabre.
De los olivares de las colinas a los hayedos del Serre
Cardinale, a 560 metros sobre el nivel del mar, 1778 habitantes, es un municipio del valle medio del Ancinale, en la cresta boscosa que bordea los montes Burilli (m 1178), Celiti (m 1077) y Cuscunà (m 952). El centro histórico está diseñado en la ladera que se eleva lentamente en la orilla derecha del río, mientras que los barrios más recientes han encontrado espacio en la orilla opuesta. Alrededor, la hondonada está intensamente cultivada, en las últimas décadas principalmente de avellanos, a un nivel récord. Mirando hacia arriba, más allá del cinturón de olivares , bosques de robles y castaños, que luego dan paso a hermosos hayedos, intercalados con la remunerativa pero incongruente repoblación de coníferas.
Un centro que siempre ha mirado a las montañas
Los primeros asentamientos podrían remontarse al año 4000 a.C., hipótesis apoyada por hallazgos arqueológicos que se remontan al Paleolítico y al Neolítico. Signos de la presencia de romanos y griegos permanecen sobre todo en la toponimia. Un ejemplo es la meseta de Lacina, que hace referencia a la deidad pagana del mismo nombre , venerada como protectora de los pastos, en primer lugar, pero también de las mujeres y la familia. Por otra parte, es incierta la interpretación del topónimo Cardinale, que algunos remiten al latín cardinalis, por la centralidad de la ciudad en el valle, pensando en los cuatro puntos fundamentales del horizonte, y otros asocian en cambio al verbo cardare, o transformación de la lana y cría de ovejas.
La edad de oro de las ferrerías borbónicas
Cardinale es uno de los centros históricos más interesantes del Serre, floreciente hasta el punto de contar con una población de cuatro mil habitantes cuando su siderurgia, entre los siglos XVIII y XIX, alcanzó su apogeo con la industria siderúrgica de Filangeri. Una época dorada, de la que el casco antiguo es testigo material: calles empedradas y fuentes antiguas, plazas con iglesias y monumentos religiosos, palacios aristocráticos con portales de piedra tallada, olivos y naranjos que se benefician de un clima feliz, pero también ruinas, recuerdo de los terremotos que asolaron la zona.
Tras la fachada neoclásica, el recuerdo del terremoto
La iglesia Matrice, dedicada a San Nicolás de Bari, domina la plaza Umberto I. Documentada ya en la primera mitad del siglo XVI, se presenta hoy con una fachada reconstruida con formas neoclásicas tras el catastrófico terremoto de 1783. El interior de tres naves merece atención por la serie de estatuas de santos que hacen honor a la escultura local en madera. La primera en la consideración parroquial es la del patrón San Nicolás, que sale en procesión el último domingo de mayo, primer acto de unas fiestas que incluyen también feria, espectáculos y fuegos artificiales. Le siguen Nuestra Señora del Carmen, San Vicente, San Sebastián, San Roque, San Antonio, San José... cada una con su momento de júbilo religioso y diversión.
La belleza insospechada de un puente de hormigón
Una presencia característica en el paisaje de Cardinale es el llamado Ponte delle Tre Arcate (Puente de los Tres Arcos ), una estructura histórica a su manera, que data de principios del siglo XX. Los vanos están marcados por arcos parabólicos de hormigón armado que confieren a la estructura su belleza moderna. La construcción de un nuevo puente permitió cerrar al tráfico el puente centenario, que fue rápidamente elevado a isla peatonal en continuidad con el paseo ribereño.
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