

Monte Consolino (m 701) y castillo normando de Stilo
Un bastión rocoso coronado por pintorescas ruinas que recuerdan las aventuras del Gran Conde Roger.
¿Dónde está?

Una montaña que no pasa desapercibida
El monte Consolino (m 701) es la llamativa masa rocosa que destaca sobre el verde del valle medio del Stilaro. Alrededor del monte gravitan los centros de Stilo (m 386), Bivongi (m 270) y Pazzano (m 460). El centro histórico de Stilo ocupa una de las repisas que se inclinan suavemente hacia el suroeste. Bivongi, se encuentra cerca del torrente Stilaro que circunvala el relieve por el norte. Pazzano se encuentra en un collado abierto entre Consolino y el monte Stella. Desde la cumbre, el panorama es de pleno horizonte: en la costa, desde Capo Spartivento hasta Crotone, con las ondulaciones del primer interior; río arriba, la verde cresta del Serre con las cumbres que se elevan hacia el monte Pecoraro (1423 m), del que irradian valles blancos con cascadas.
Desde Stilo subimos al castillo normando
Dada su posición estratégica, Consolino fue sin duda colonizada por los griegos occidentales, pero es a laépoca bizantina a la que se remontan las presencias más significativas, los monjes basilios que se instalaron en las numerosas grutas de la montaña. Pequeños asentamientos religiosos, los llamados "laure", que a menudo constan de una sola habitación, a veces pintada al fresco. Hay dieciséis, la más importante de las cuales es la Grotta di Sant'Angelo. De la época normanda quedan en la cima las ruinas del castillo construido por Roger II, un imponente rectángulo de murallas con torres y puertas. La edad de oro de la montaña, sin embargo, será del siglo XV al XIX, con la explotación de las vetas metalíferas en favor de los talleres siderúrgicos de las ciudades de los alrededores.
Una isla de caliza en un entorno de granito
Consolino, junto con el cercano monte Mammicomito (m 1047), destaca como una isla de rocas calizas claras en el entorno de las Serre Calabresi, que son en su mayoría de granito. Así, en lugar de las suaves líneas de la cresta interior, envueltas en bosques y praderas, aparecen crestas dentadas, rocas escarpadas, acantilados extraños, extensiones de cantos rodados y, más en general, manifestaciones kársticas, como cuevas y erosiones profundas. Un paisaje pobre en aguas superficiales, precisamente por su naturaleza geológica, donde la flora adaptada al medio árido contribuye también a la fascinante rusticidad de los lugares.