SHARRYLAND
¿Dónde está?
Qué es y dónde está
El Bussento es un río que fluye dentro del Parque Nacional del Cilento, Vallo di Diano y Monti Alburni, capaz de hacerse cómplice de auténticos espectáculos naturales como la Cascata del Capelli di Venere (Cascada de los Cabellos de Venus), para luego desaparecer en las entrañas de la tierra. Pero cuando vuelve a la superficie, lo hace a lo grande, como en Morigerati, donde el río se acompaña de una cueva, un cañón y un rico bosque, una maravilla natural que hay que preservar y amar, y que de hecho es un Oasis WWF: el Oasis de las Cuevas de Bussento.
Por qué es especial
Lugares tan vírgenes, bellos y salvajes pueden recordarnos lo insignificante que es el hombre ante el poder de la naturaleza, y de hecho al visitarlos uno se pierde, casi como si se separara de sí mismo, olvidando los problemas de la vida cotidiana. Pero la naturaleza es amable y hospitalaria, y el Oasis de las Cuevas de Busseto nos lo demuestra con un antiguo molino de agua que permaneció en funcionamiento hasta los años sesenta, símbolo de una feliz colaboración entre el hombre y el medio ambiente. Hoy el molino está en ruinas, resplandeciente en su encanto decadente, sobre todo en otoño cuando las enredaderas que lo cubren cambian de color, pero la pila de agua que servía a las lavanderas a veces todavía puede darnos la bienvenida, pero cuidado: ¡el agua está realmente helada!
Para no perderse
El bosque del oasis está formado por numerosas especies vegetales, divididas también según el lugar que ocupan dentro del cañón: musgos, helechos, alisos y sauces en la parte inferior, encinas, fresnos, carpes en la parte superior, al noroeste, mientras que en el lado opuesto predomina el matorral mediterráneo. ¿Te imaginas los olores y la riqueza de este bosque? Pero, sobre todo, piense en la infinita paleta de tonos naranjas, rojos, amarillos y marrones que reclaman el escenario en otoño, dispuestos a bailar en contraste con las aguas azules del río. Un encanto absoluto.
Curiosidad
La visita a la cueva es una experiencia emocionante: una pasarela permite adentrarse en la roca y la oscuridad, sólo para volverse hacia la entrada y vislumbrar inmediatamente más allá de la pared rocosa el mundo exterior, sus colores y su luz. A pesar de que la curiosidad clama por profundizar, por explorar más, hay que respetar los límites establecidos por el oasis, y por una muy buena razón: en las zonas más recónditas de la cueva anida una colonia de murciélagos, y es para protegerlos por lo que hay que desandar el camino, de vuelta al bosque y al río.
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