SHARRYLAND
¿Dónde está?
Qué es y dónde está
Laabadía de Farfa toma su nombre del río homónimo que fluye bajo el valle. La saliente fachada anticipa el espacio interior dividido en tres naves. El portal de madera, circunscrito por mármol blanco, destaca sobre el muro de ladrillo, cuyas únicas decoraciones son pilastras y tres rosetones, uno grande para la nave y dos más pequeños a los lados. Una vez atravesada la entrada, se da un salto a otra época: abandonado el exterior románico, es el barroco el que nos da la bienvenida, intercalado, sin embargo, con elementos de otros tiempos, como el icono de Santa María, del siglo XIII, o el Juicio Final que adorna la contrafachada desde el siglo XVI.
Por qué es especial
La iglesia, sin embargo, es sólo el centro de un conjunto grandioso y antiguo. Es precisamente la larga existencia de este lugar la que ha producido numerosos objetos medievales, que se han reunido en un museo accesible desde el claustro. Pero los tesoros de Farfa no acaban aquí. Las abadías, especialmente las benedictinas, eran famosas por sus bibliotecas. De nuevo desde el claustro, es posible acceder a la de Farfa, que afortunadamente, a pesar de las dificultades afrontadas a lo largo de los siglos, no ha dispersado todo su patrimonio, que hoy alcanza los 45.000 volúmenes.
Para no perderse
La estructura de la grandiosa abadía no está rodeada de campos, sino que se confunde con las callejuelas de un pequeño pueblo que se formó a su alrededor hace siglos. Aunque los edificios están bien conservados, la vida del pueblo se ha trasladado a otra parte, pero no todo está perdido: hoy en día, se han abierto aquí varios talleres artesanales, sostenidos por el flujo de visitantes atraídos por la abadía. En la práctica, se ha restablecido el antiguo equilibrio entre el centro religioso y la zona habitada, y quienes acuden hoy a visitar el lugar tienen la oportunidad no sólo de experimentarlo en su propia piel, sino de formar parte realmente del mecanismo.
Un poco de historia
La historia de la abadía se remonta a miles de años atrás e intentar resumirla sería una tarea muy difícil. Uno de los aspectos más llamativos de su larga existencia es la importancia que logró alcanzar. Querida por Carlomagno, que se alojó allí de camino a Roma para su coronación, consiguió no sólo escapar al control de la Santa Sede, sino acumular tanta riqueza que se llegó a decir que el abad de Farfa hacía sombra al Papa. De hecho, parece ser que en el apogeo de su esplendor llegó a controlar más de 600 iglesias y monasterios, y más de 130 castillos que sumaban unas 300 aldeas.
Curiosidad
Si se observa detenidamente el altar, se puede ver que de debajo emerge una especie de monolito. Se trata de un altar de la época carolingia. La iglesia que vemos hoy es, de hecho, una obra posterior a la original, a la que incorporó. Pero no es el único elemento: en el crucero también puede verse un suelo original. Afortunadamente para nosotros, algo del pasado de Farfa resurge y reclama su lugar dentro del cofre de tesoros artísticos en que se ha convertido la abadía.
La elegante decoración de las bóvedas del interior
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