El Morabito, un ermitaño de piedra que contempla el mar

Imperdible

No sólo es una maravilla histórica, sino también un lugar emotivo. En su interior se esconde un pequeño museo físicamente cerrado al público, que, sin embargo, puede acceder a él con la ayuda de sus sentidos. Una concha marina para escuchar, un espejo para admirar el techo interior y una mirilla para otear el horizonte que se avecina. En definitiva, una pequeña maravilla, pero que tiene mucho que contar, como la anécdota de la bella Magiargé... ¿También siente curiosidad? Si es así, sólo tiene que venir a descubrirla. ¿Lo hacemos?

Un poco de historia

Además de los dos cañones de hierro sobre carros de madera restaurados que dan al balcón de piedra, hay otro escondido bajo la copa de un pino marítimo. Los tres, aún conocidos por sus nombres populares de "Butafoegu, Tiralogni y Cacastrasse", forman parte del patrimonio histórico del lugar. De hecho, el acontecimiento por el que es más conocido el Marabutto de la explanada del Cabo es, sin duda, el protagonizado por una flota británica en julio de 1811, que supuso la rendición de Bordighera, seguida de un opíparo banquete en señal de paz.

Curiosidad

Existe otra acepción de "morabito" que podría utilizarse adecuadamente, la de monje-guerrero formado en conventos-fortaleza. En este caso, esta particular ambivalencia encaja como un guante para un lugar como éste, que, por sí solo, ha librado innumerables batallas a lo largo de los años. Sin embargo, hoy aparece como un monje ermitaño, similar al monje del siglo V al que está dedicada la cercana iglesia de Sant'Ampelio, al que no le queda más que contemplar, en absoluta paz, el admirable horizonte.