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¿Dónde está?
Qué es y dónde está
Dos círculos de murallas, a veces separados, a veces unidos, perfilan un cuadrilátero irregular, "en forma de almendra". Este es el legado del castillo que con el tiempo se convirtió en la ciudad de Mondolfo, y que hoy, como entonces, representa las adaptaciones de las estructuras defensivas a las necesidades cambiantes de la guerra en la última década del siglo XV. La Porta Nuova y el Bastión de Sant'Anna son dos de los protagonistas de esta espléndida máquina de guerra diseñada por Francesco Martini. La belleza y grandeza de la estructura son tales que Mondolfo es hoy miembro de la Asociación de Ciudades Amuralladas de Europa.
Por qué es especial
Lo que cuentan las fortificaciones es una historia de arquitectura, ingenio, innovación y reacción ante las nuevas armas de fuego. Es a la vez la historia de Mondolfo y la historia de la humanidad, del progreso. A la posición dominante sobre el Adriático, Francesco Martini, hábil arquitecto, añadió murallas escarpadas, bajas en el horizonte, con redondeles, llenas de murallas, puntuadas por caminos de ronda y más, y las hizo aptas para resistir a las primeras armas de fuego. Hoy permanece como monumento al nuevo arte renacentista de la guerra, pero también como fuente de paz para quienes deciden perderse en el vasto horizonte que ofrece el Belvedere.
Imperdible
Cualquiera que tenga ganas se topará sin duda con los Dolcetti di Sant'Anna. Puede que no lo perciba a primera vista, pero lo que toma en sus manos y degusta es un pedazo de la tradición de Mondolfo, nacida en el Monasterio de Sant'Anna. Las monjas eran famosas por elaborar sabrosas galletas con la curiosa forma de animales "acuáticos y terrestres". No hay duda, no puede irse de Mondolfo sin probar estos dulces que, aunque ya no estén las monjas, siguen elaborando las pastelerías locales con una receta secreta transmitida de generación en generación.
Un poco de historia
Fue en la primavera de 1517 cuando el ejército de Lorenzo II De' Medici -conocido como Lorenzino- apareció bajo los muros de Mondolfo, decidido a reclamar su señorío sobre esta fortaleza adriática. Los Mondolfesi no abrieron las puertas al sobrino del Magnífico, sino que entablaron combate y alcanzaron al propio Lorenzino de frente con un disparo de arcabuz. Gravemente herido, es trasladado a Ancona, donde sobrevive a la operación. ¿Y los Mondolfesi? Debido a una traición en los pactos, no les queda más remedio: tienen que resignarse y rendir temporalmente la ciudad.
Curiosidad
La bandera municipal de Mondolfo detiene el tiempo tiñéndose de los dos colores que durante siglos han deslumbrado a quienes observan el paisaje desde el mirador: el dorado, de las rubias al sol de junio, y el azul, del Adriático piscícola, que baña el territorio municipal en Marotta. Pero junto a quienes desean inmortalizar esta historia intemporal, hay quienes prefieren marcarla impertérritos: es la gran máquina pontificia de las horas, una auténtica joya para contar el tiempo que custodian los Museos Cívicos de Mondolfo.
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